bienvenidos a "raices de la arquitectura popular"


Cantabria posee una destacadísima arquitectura popular que varía enormemente de unas zonas a otras, de tal forma que nada tienen que ver las casas de los pueblecitos de montaña lebaniegos con las cabañas pasiegas o las casas de pescadores de la costa.

La arquitectura popular cántabra nos ofrece bellísimas estampas como las de las cabañas diseminadas por los montes del Pas con sus tejados de lastras, las casas de piedra de los pueblos serranos como Bárcena Mayor o Tudanca o las hileras de casas montañesas de Udías o Ruiloba.

Las casas campesinas más antiguas que se conocen en Cantabria son de fines de la Edad Media, debido a que anteriormente eran de madera.

Los escasos ejemplos que se conservan permiten precisar que tenían una sola planta, con cubierta a dos aguas y fachada en el hastial, presentando en consecuencia un gran fondo.

Generalmente estaban dotadas de una segunda planta bajo-cubierta.

En los vanos de estas casas los arcos apuntados suponen la morfología dominante.

Transcurrida la Edad Media, estos arcos dejaran paso a otros adintelados y de medio punto, si bien los cambios más destacados serán los que se produzcan en la estructura, cuando desde finales del siglo XV vaya desarrollándose la planta bajo-cubierta, convirtiéndose por último en una auténtica segunda planta, al mismo tiempo que en esta vivienda se perfila un soportal que tanta importancia adquiriría con el correr del tiempo.

Un nuevo tipo de vivienda campesina es el de la casa o cabaña pasiega, cuya zona de influencia se ensancha desde los Montes del Pas hasta los inmediatos valles de Ruesga y de Soba, de Toranzo, de Carriedo e, incluso, de Trasmiera.



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Cada casa dispone de varias de estas cabañas, tal y como son denominadas por los lugareños, de acuerdo con su peculiar régimen de vida basado en la transhumancia, siendo la más importante de todas ellas la situada en las bajuras, y conocida como cabaña vividora.

Es una casa de planta rectangular, con tejado a dos aguas y fachada en el hastial, lográndose el acceso a la misma a través de una escalera, cuyo patín recorre la fachada o alguno de los lados.

Cantabria es una tierra de larga tradición marinera.y por toda la costa de Trasmiera y lo que fue las "Asturias de Santillana", encontramos alineaciones de casas de pescadores, blanqueadas y con los balcones de madera pintados.

Otro aspecto característico en muchos pueblos cántabros es la alineación en hileras de las casas típicas, formando hermosísimos conjuntos, especialmente numerosos en la costa occidental, en municipios como Ruiloba y Udías.

Viajando por Cantabria encontraremos así mismo pueblos nobles, en otro tiempo solar de importantísimas familias.
En esas casas de piedra con sus imponentes escudos ha quedado grabada toda la historia.

A los tipos de la casa campesina citados hay que añadir el característico de los valles orientales, y particularmente de los de Guriezo y Trucíos, el cual deja entrever la profunda influencia del caserío vasco.
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La casa, de planta rectangular y con tejado a dos aguas, presenta fachada de amplio alero en el hastial, estando construida con entramado de madera y ladrillo.

Todo lo dicho hasta aquí se completa señalando que la casa campesina de Cantabria es generalmente disociada, de manera que la vivienda se completa con una serie de construcciones anexas, destinadas a la guarda de aperos, de grano y de forrajes, y al cobijo de alguna parte del ganado.

Históricamente, uno de los tipos de granero extendido por muchas partes de Cantabria ha sido el hórreo, cuya presencia sigue siendo significativa en los valles lebaniegos.

Es común que la casa campesina cuente con construcciones muy alejadas de la casa matriz, como son las cabañas, de planta rectangular y tejado a dos aguas, que el labriego posee en las áreas que circundan a los pueblos.
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Hay un tipo de cabaña, conocida con el nombre de invernal, característica de los valles altos occidentales, que se localiza al pie de los puertos, con fachada que puede estar situada en el hastial o en otro de los lados, pero que en todo caso tiene una planta baja destinada al cobijo del ganado y una planta superior para guarecer el heno.

En los altos puertos de la Cordillera, en el Occidente de Cantabria, se encuentra un tipo de construcción denominada chozo, cuya función básica es la de habitación, ya que el ganado permanece a la intemperie durante el estío.

Estos chozos, de pequeñas dimensiones, pueden ser de planta redonda o rectangular

En Liébana también encontramos bellísimos pueblos de montaña en todos los municipios.

El tradicional aislamiento de esta comarca ha propiciado que muchos de ellos se conserven perfectamente, gracias a lo cual Mogrovejo ( en Camaleño ) y Dobres y Cucayo ( en Vega de Liébana ) han sido declarados Conjuntos Históricos. En otro tiempo, abundaron los hórreos entre estas aldeas.

En las cuencas del Nansa y del Saja encontramos algunos de los pueblos serranos más típicos de Cantabria, varios de ellos declarados Conjunto Histórico por su magnífico estado de conservación. Tal es el caso de la aldea de Tudanca, asentada en la falda de una montaña, Carmona de Cabuérniga, con la célebre venta de Carmona o Bárcena Mayor ( en Los Tojos ), uno de los pueblos más hermosos de la región. En sus callejuelas empedradas parece que el tiempo se paró hace siglos.
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Muy buenas muestras de arquitectura popular podemos encontrar también en la cuenca del río Asón. Así, en el valle de Soba nos encontramos con un gran número de pequeños pueblecitos de gran encanto. Todavía parecen más hermosos cuando en invierno se cubren de nieve. La casa sobana posee un elemento exclusivo, el llamado patín, una escalera externa que sube hasta la vivienda ( dado que el piso inferior lo ocupa la cuadra ).

Poco a poco, a lo largo de los siglos XVI y XVII, a partir de este tipo de casa se irá configurando un modelo paradigmático de la arquitectura tradicional del campo de Cantabria, que adquiere toda su notoriedad a finales de este último siglo, cuando frague un modelo paradigmático de la arquitectura tradicional de la región que continúa siendo dominante en nuestros días.
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Se trata de una casa de planta rectangular, con cubierta a dos aguas y caballete paralelo a la fachada, la cual, orientada al mediodía o al saliente, se hallará preferentemente en uno de los lados mayores.

El balcón o solana, cubierto por un alero prolongado, se apoya en poderosos cortafuegos de sillería que enmarcan un soportal o estragal.

El balcón y el soportal se convertirán en espacios fundamentales de la casa campesina, tanto por su contribución a la realización de los quehaceres domésticos como por su función de canalización de la socialbilidad.

Este tipo de casa se presenta en nuestros días extendido por todas las tierras bajas y medias de la región, combinado en ocasiones con diversas variantes, entre las que destacan las casas abuhardilladas, las casas de balcón entre muros cortafuegos de ménsulas molduradas, las casas en las que el balcón se apoya sobre machones laterales y las casas de balcón volado.

En este último caso, el estragal desaparece, convirtiéndose el espacio que se halla bajo la balconada en un zaguán abierto.

En el siglo XIX se introdujo en el campo de Cantabria una novedad, compatible con todos los tipos anteriores, consistente en transformar las balconadas en galerías acristaladas, tomando como referencia los modelos imperantes en los espacios urbanos y semiurbanos.

En las tierras altas de la región se descubren otros tipos en los que se percibe la impronta de un medio y de unos materiales distintos, a los que no son ajenas las influencias meseteñas.

Así sucede con un tipo de casa, de pequeños vanos, extendido por los valles de Campoo y Calderredible, en el que sin perderse la función de las solanas y de los muros cortafuegos, ni de la sillería en las fachadas, se emplean los adobes y los entramados de madera.

En el caso de Liébana, la balconada pierde diafanidad, en beneficio a menudo de la vivienda con acceso a través de una escalera exterior o patín, siendo frecuente el empleo del ladrillo y de los adobes sin rebocar.

En Ampuero y Ramales , encontramos hermosas plazas y casas del siglo XIX con sus galerías acristaladas, construidos muchas veces por los indianos que regresaban de América con dinero.

Por éste motivo también las vemos en otros municipios de los que emigraron muchos cántabros, como es el caso de Ruesga y Arredondo.

Para concluir, tenemos que volver hacer mención a la más característica arquitectura popular cántabra que tradicionalmente se referencia con la montaña y es la cabaña pasiega que no es más que el fiel reflejo de lo que ha sido la adaptación del montañés a su medio de vida. .

Tiene unas características propias y únicas en el norte de España y es utilizada por el pasiego para acompañar a su ganado por los diferentes pastos ( la llamada "muda" ). De esta forma, durante el invierno, el pasiego va cambiando de cabaña. La estampa que ofrecen estas cabañas repartidas por las agrestes montañas resulta única... y de inigualable belleza.

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